lunes, 27 de febrero de 2012

El que no tiene la exclusiva, no tiene nada

Hace unos días he hablado con un inmobiliario al que intentaba animar a que se sumara a una iniciativa de colaboración que se estaba poniendo en marcha en su ciudad. Su razón principal para no hacerlo es tener que trabajar con gente cuyas prácticas son para él inadmisibles. "sin ir más lejos" --me dice indignado-- "uno de ellos recientemente me llamó para decirme que había captado en exclusiva una propiedad que yo tenía, y encima me ofrece que si tengo un comprador comparta con él los honorarios".

Naturalmente, no era su cliente, o si era su cliente no había confiado en él lo suficiente para concederle la comercialización de su vivienda en exclusiva, posiblemente porque ni siquiera se lo había pedido. El otro inmobiliario, en vez de conformarse con ser uno más de los 10 o 12 inmobiliarios que tenían esa propiedad, le ha explicado al propietario todas las cosas que él hará si le encarga la vivienda en exclusiva, incluyendo el compartirla con todos los inmobiliarios de la plaza que puedan aportar un comprador, y gracias a eso ha conseguido obtener esa exclusiva. Y encima se la ofrece para cooperar, como me dice este inmobiliario.

En mi opinión este inmobiliario que obtuvo la exclusiva actuó de forma correcta, y gracias a eso el vendedor puede disfrutar de unos servicios que ningún inmobiliario en su sano juicio prestaría a una propiedad de la que no tiene la exclusiva. Y encima de ello, todos los demás inmobiliarios pueden ofrecerla a sus clientes... Lástima que por hacerlo quede tachado como poco menos que pirata.

Una de las cosas que nos falta es entender que el trabajo en cooperación supone un nuevo paradigma; una situación en la que necesitamos ver las cosas desde otro prisma en el que lo que más cuenta cuenta es la satisfacción del cliente por el buen servicio que le preste el profesional, porque eso es lo que de verdad aporta a nuestra imagen colectiva,  y que el mantenimiento de una serie de normas de cortesía profesional un tanto trasnochadas no son sino una rémora para ello.